7 de marzo de 2013

Palito, palito, diagonal, palito, palito, diagonal.

Así estoy, haciendo muescas en las paredes de mi casa, descontando días hasta que llegue la fecha en la que me suba al vuelo 2220 y desaparezca de la Capital rumbo a mi rincón de felicidad.
Todas las noches antes de quedarme dormida me imagino sentada en el balcón a todas las horas del día, trepada entre el respaldo de los asientos blancos y el tronco de madera que lo sostiene para estar más arriba, más cerca del cielo y tener una mejor vista hacia el mar.
Me veo allí leyendo, escuchando música, sacando fotos a cualquier cosa que me inspire o recuerde algo, entrando y saliendo para preparar té o servirme un capuccino.
Cierro los ojos y me veo subiendo las escaleras, colocando la llave para abrir la puerta y siento como respiro hondo para llenar mis pulmones del aire que solamente circula en esa casa cada vez que entro después de haber estado lejos unos meses.
En mi mente abro todas las ventanas, voy a la cocina, recorro todo con la mirada y cuando estoy plenamente convencida de haber llegado, de estar finalmente allí, subo a la habitación, dejo la valija y cruzo a la playa porque necesito sentarme a la orilla del mar.
Falta menos, solamente 13 días que equivalen a unos doce palitos y una diagonal.

3 comentarios:

Angelina 2.0 dijo...

ainnnsss.... quién pudiera... :D

Unknown dijo...

Por ahora creo que yo tampoco asi que dejé de festejar hace un par de horas. Es increíble pero cada vez siento más la mala vibra de la gente y la envidia... y mirá que me pongo escudos mentales a cada rato, eh? Tendré que cubrirme de violeta cada mañana al despertar, no me queda otra.

Marian dijo...

:S