21 de abril de 2013

Cuestión de segundos

Cuesta mucho comprender que todo en esta vida puede cambiar en instantes.
Se puede parir en minutos y de pronto sos madre, padre o un nuevo habitante de este mundo.
Podés salir a caminar en un día de sol o bajo la lluvia, ir distraído escuchando música o sumido en tus pensamientos, no ver que viene un coche y como por arte de magia morir sin poder despedirte de nadie.
La vida es tan sorpresiva, tan vertiginosa que de un momento a otro te saca y te pone en mil lugares diferentes sin que
lo hayas pedido, deseado o pensado y no te queda más remedio que aceptarlo y adaptarte.
Venía de leer un cuento de hadas, de sentirme la protagonista de una historia divertida y hecha a mi medida cuando de pronto ayer a la madrugada todo se dió vuelta en el aire, el pasado irrumpió en mi habitación sin pedir permiso y como tantas otras veces puso mi vida patas para arriba.
Llevo años esperando un dato, un nombre, un lugar, una coordenada que me indique dónde está descansando eternamente el hombre que más amé en mi vida porque quiero ir, quiero sentarme allí y llorar lo que me quede para sellar esa historia de una vez por todas y ayer, sin buscarlo, encontré un mensaje que no sé cuándo fue dejado, un mensaje que dice nada concreto pero revela algo que nunca supe de él.
Y así todo volvió a empezar: la angustia de no saber si regresarán a contarme algo más, la de no saber cómo pedir por favor que se apiaden de mí y digan todo de una sola vez, el doloroso recuerdo de su muerte y el comprender que frente a él y a la historia que compartimos no hay ninguna que sea tan poderosa.
Se apaga la alegría y el entusiasmo de una nueva sonrisa, desaparecen los abrazos que me
H hacían sentir a salvo y lo único que ocupa mi mente es la locura de querer saber todo, el sonido de las seis letras de su nombre y las supuestas flores que rodean su tumba.
Dios sabe lo que hace, mi destino está marcado, será lo que deba ser ... son todas frases hechas, armadas para salir de el apuro pero ninguna coincide con mi necesidad.
He esperado tanto, estos siete años han sido tan largos que no me imagino esperando otros siete más.
Es tan simple lo que pido, tan fácil de conceder que siempre me pregunto por qué no lo puedo obtener.
Ayer a esta hora mi gran preocupación era sacarme de encima un dolor físico que me impedía sentarme sin sentir que se me rompía la cintura y en cuestión de segundos mi gran preocupación volvió a ser Marcos una vez más, como siempre, como casi siempre.

No hay comentarios: