28 de febrero de 2012

Puro miedo

Desde los 17 años que estoy acostumbrada a pasar largos períodos de tiempo sola en mi casa y desde los 33 que no vivo con alguien. En ningún momento tuve miedo ni me sentí insegura hasta ayer. Por la mañana, mientras el negro recorría sus árboles habituales, frente a mis ojos desvalijaron la casa de un vecino que vive cruzando mi calle. Mientras ellos robaban yo me paralicé en el medio de la vereda, no podía retroceder y meterme en mi edificio porque me verían, me daba miedo seguir hacia adelante porque la otra esquina parecía estar a cien kilómetros de distancia y mientras me debatía entre tan pobres opciones permanecía estática viendo como las pirañas entraban y salían llevándose todo lo que podían bajo el brazo. En un segundo de lucidez opté por seguir caminando en sentido contrario a ellos pero no conté con que se subirían a la camioneta que manejaban y escaparían hacia la misma esquina donde me dirigía yo. Al escucharlos venir hacia mí creí que el corazón me iba a explotar dentro del pecho pero cuando me pasaron por al lado a toda velocidad frené, giré sobre mi eje y salí volando para mi casa. No terminaba de llegar a la esquina cuando los cruzo otra vez con la camioneta porque habían dado vuelta a la manzana más rápido de lo que pude caminar. Subí los trece escalones desde la entrada hasta mi departamento con un zumbido agotador en los oídos, me latían las sienes, transpiraba como si afuera hiciera cuarenta grados de calor y la realidad era que ni siquiera había amanecido. A los pocos minutos llegó la policía (aún hoy no sé quién los llamó), me preguntaron si había visto algo, tuve que ir hasta la puerta de la casa donde habían robado y atestiguar que secuestraban todas las herramientas que los ladrones habían usado para entrar. Durante el día zafé bastante pero al llegar la noche el miedo a estar sola pudo más y la tormenta no ayudó en lo más mínimo, al contrario. Comencé a escuchar ruidos que nunca existieron, bajé el volumen de la televisión casi a cero porque quería estar atenta a todo, me desperté veinte mil veces durante la madrugada, bajaba a la cocina para espiar y controlar si había cerrado todo como correspondía, tuve pesadillas, no descansé nada y cada tanto sentía que iba a despertarme escuchando como alguien se colaba por el balcón y subía hasta mi habitación y por más que lo intenté no pude borrar de mi mente la imagen de los ladrones robando a toda velocidad. Una de las tantas cosas que detesto es sentirme vulnerable y eso es lo que me pasa desde ayer, lo que creía que era mi bunker se convirtió en un barco de papel de la noche a la mañana y la única sensación que tengo es la del más puro y genuino miedo.

2 comentarios:

GABU dijo...

Y si mujer,no es para menos que te sientas así después de ser testigo de semejante atraco!!!!!

P.D.:Por lo que contás,los tipos ni te registraron,igual de un tiempo a esta parte el estado de indefensión crece a pasos agigantados... :S

BESOS ENREJADOS

Alex dijo...

te entiendo con causa y no sabés cómo lamento ese miedo porque va a tardar un montón en irse.

besotes