15 de mayo de 2009

Yo quería vivir en un kibbutz

Tenia doce años y estaba completamente enamorada de mi vecino, Ariel Feldman.
Desde la ventana de mi habitación podía ver el living de su casa y la habitación de su hermano Javier, eso sin mencionar que podia ver a Ariel cada vez que llegaba del colegio.
Me fascinaba su blazer bordeaux porque le quedaba divino y resaltaba su cabello oscuro y sus ojos grises.
No recuerdo cómo supe que era judío y ahí empecé a torturar a mi madre con que quería aprender todo sobre su religión para lo cual un día me compré un libro y aprendí; así fué como supe de la existencia de los kibbutz y la idea comenzó a rondar por mi cabeza.
Cada vez que lo manifestaba en voz alta, mi santa madre me decía: "Nena, que vas a hacer ahí?" y cuando le respondía que me levantaría temprano, cosecharía papas, zanahorias, lavaría ropa y me sometería a ese régimen de convivencia, ella elevaba la vista hacia el cielo y ponía cara de mártir, eso sin mencionar que internamente seguro estaba pensando en internarme en alguna clinica que me acomodara las neuronas.
Es que estaba decidida a hacerlo! Ahorraría dinero para el pasaje y si no me alcanzaba pediria prestado porque era una buena causa, ¿quién podía decirme lo contrario?
La cosa se complicaba con el idioma porque nunca supe una pepa de idish pero como los kibbutz aceptaban gente de cualquier nacionalidad, tenia la posibilidad de hablar español con otros habitantes del lugar y de paso aprenderia la lengua madre.
Mientras soñaba con la experiencia seguía mirando a mi vecinito, que a todo esto nunca en su vida me dió ni siquiera la hora. Si bien me veía asomadita a la ventana espiándolo jamás nos dirigimos la palabra, era un amor unilateral (no sería el único en mi vida) y a esas alturas, absolutamente platónico.
Todo estaba perfectamente organizado en mi mente pero hete aquí que nunca se me ocurrio preguntarme qué tenía que ver el amor que sentia por Ariel con la convivencia en el kibbutz.
La realidad es que la vida un dia me arrancó de aquel departamento donde vivía, me llevó a otro lugar, dejé de ver a mi vecino y la idea de convertirme en cosechadora de papas y zanahorias fué escurriéndose de mi mente poco a poco.
Lo que no he abandonado con los años ha sido el proceso simbiótico inicial que me provoca el enamorarme de alguien... tomo nota mental de ello para tratar en mi próxima sesión de análisis.

9 comentarios:

zorgin dijo...

Y suponiendo que se hubiera ido a vivir a un kibbutz, como piensa que sería su vida ahora?

Unknown dijo...

Zorgin: Estaría trabajando como traductora ante la ONU :)

zorgin dijo...

...y felman solo, con su papa y su zanahoria, esperándola en la puerta del rancho...
que poco dura para Ud el completo enamoramiento...
TRANQUILO FELMAN, TU MAMÁ TENÍA RAZÓN!!! (me habrá oído desde alliá?)

Unknown dijo...

Zorgin: Veamos... teniendo en cuenta que ese enamoramiento se dió a mis doce años y su pregunta era sobre mi vida actual de haberme ido a vivir a un kibbutz, le diré que un amorcito platónico que duró más de veinte años no estuvo nada mal, no?
Jajajajaja, me causa mucha gracia imaginar a la madre de Ariel diciéndole: "Nene, nene, nene... esa chica no te conviene!"

Angelina 2.0 dijo...

Hasta ahora pensaba que tenías remedio...

Unknown dijo...

Angelina: Ah bueno, habló la apoderada de Farmacity!

Angelina 2.0 dijo...

Jajajjaajjaajajj

Thincho dijo...

A decir verdad no tenia ni la minima idea dde que era un kibbutz, me gustan muchos las papas y las zanahorias, pero no creo que me podria habituar a vivir en una sociedad que viva del cambio.

Usaran internet? (Mmmmh)

Me voy a ver : "Testigo en Peligro" ;-) aunque no tenga nada que ver.

Unknown dijo...

Angelina: Y sí, no queda otra que reírse :D

Thincho: En aquella época gracias que habia señales de humo pero ahora Internet debe ser lo mínimo.
Me voy a ver Ferrer- Del Potro, aunque tampoco tenga nada que ver.