Creo haber escuchado esta frase en referencia a las cualidades de tal o cual mujer aproximadamente mil millones de veces desde que vine al mundo y cada vez que lo hacía trataba de buscar factores comunes en aquellas que se hacían acreedoras al elogio.
Las características que encontraba eran un tono de voz pausado y suave, una mirada que no siempre era frontal sino que se elevaba tímidamente desde abajo hacia arriba, mejillas que se sonrojaban levemente, manos que se movían con suavidad sin ningún tipo de gestos bruscos al hablar y demás detalles "sedosos".
Durante mucho tiempo estuve medio obse con el tema porque me miraba al espejo y qué veía? una mirada frontal pero de esas que se llevan por delante el muro, las mejillas se me teñían de rojo (cosa que hoy me pasa todavía) en pleno otoño o invierno cuando estaba encerrada en ambientes con mucha calefacción y un absoluto descontrol manual porque no puedo evitar gesticular de manera casi ampulosa cuando hablo.
Con el tono de voz podía pilotearla un poco más porque a veces me sale una locutora de FM que llevo oculta y zafo pero tampoco para creer que mi voz era terciopelo en saquitos.
Teniendo en cuenta todo esto y tratando de mejorar mi género, pensé que tal vez si adoptaba otras costumbres llegaría a recibir el elogio de marras.
Para ello incorporé cantidades industriales de azúcar en mis infusiones, me embarduné con miel desde la raíz del cabello hasta las suelas de goma de las zapatillas, me dí baños de almíbar a punto bolita de dos a tres veces por semana, me atraganté con cinco o seis cucharadas de dulce de leche antes de acostarme, metí la cabeza en cuanta colmena hallé a mi paso y nadé en piletas olímpicas de caramelo líquido todos los Sábados y Domingos durante meses pero todo, absolutamente todo fué en vano.
Cansada de acumular kilos, moscas y abejas a mi alrededor comprendí que la dulzura femenina escapaba de mi lado, se iba lejos, muuuuy lejos mientras me sacaba la lengua de manera irrespetuosa.
A la fecha sigo con esa asignatura pendiente pero me queda la esperanza de reencarnar en otra vida en una plantación de caña de azúcar.
4 comentarios:
Y para qué querés ser dulce? No te parece que cuando uno dice "Es una mujer muy dulce..." es casi lo mismo a "Y... es simpática!".
Yo no soy dulce, pero acaso: no soy un divinooor?? =D
Me parece un calificativo medio de merda!
Angelina: Pasa que muchas veces la dulzura está asociada a la femeneidad y a la delicadeza, bienes que suelen ser muy codiciados.
Seguramente que sos un divinor, quién puede dudarlo? pero bueno, en mi caso salí así (mi hermano diría que medio golpeadita) y así quedaré hasta que de las últimas hurras :)
Demasiada dulzura empalaga... todo en su medida, y siempre hace falta un detalle amargo o picante que corte. En la gente también.
Hurricane: La famosa ley del ying y el yang. Donde hay algo dulce debe haber algo salado y viceversa.
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